LA SISMICIDAD EN LOS BORDES DE PLACAS

La sismología, ha jugado un papel importante en la elaboración de la moderna teoría de la tectónica de placas. Este modelo teórico es la base para comprender el “donde” y el “porque” ocurren los sismos. La explicación está en las corrientes convectivas que tienen lugar en el manto y que originan los procesos tectónicos que ponen en movimiento relativo las placas litosféricas, deformando y conformando la corteza terrestre. En la Figura 1 que representa la actividad sísmica  a escala mundial, se concluye que los focos de los sismos se concentran en estrechas franjas a lo largo de los límites entre placas.

Figura 1: Mapa de sismicidad mundial con epicentro de unos 30.000 eventos registrados entre los años 1961-1967.
 
La corteza terrestre está dividida en unas 17 placas principales que conforman la totalidad de la superficie del planeta Tierra. Las placas litosféricas mayores son: Eurasia, África, América, Indo-Australia, Pacífico y Antártica. Otras placas menores son: Nazca, Coco, Caribe, Arabia Filipina y Somalia. Esta visión es solo parcial y simplificada, pues en realidad el globo terráqueo es más complejo de lo expuesto anteriormente. En algunos casos los límites de las placas son zonas de contacto bien definidas e identificables en la superficie, como sucede con el borde entre las placas del Caribe y de Norte América a lo largo del sistema de fallas de Motagua – Polochic en Guatemala y la falla de San Andrés en California (Figura 2), que forma la frontera entre las placas del Pacífico y Norte América. En otros casos, los bordes de las placas no están claramente definidos y se extienden sobre un ancho de cientos de kilómetros, como es el caso del límite entre las placas del Caribe y Sudamérica en Colombia y Venezuela (Figura 3). Algunas zonas contacto pueden ser observadas mediante exploraciones submarinas en las cordilleras y depresiones centro – oceánicas, donde se han podido fotografiar el afloramiento de magma a través de las grietas en el rift central del Atlántico, a su vez, otras zonas de contacto permanecen ocultas al ojo humano; así la presencia de las zonas de subducción bajo las fosas marinas solo se puede establecer mediante la distribución en profundidad de los focos sísmicos.

Figura 2: Vista de una parte de la falla de San Andrés a lo largo de la planicie de Carrizo, California.

Figura 3: Límites de la Placa del Caribe 
 

Comentarios